El lenguaje crea realidades. A través de lo que decimos y de cómo lo decimos; por aquello que callamos, por lo que opinamos y por las intenciones que subyacen a nuestras palabras, podemos crear una realidad para nosotros y para quienes nos rodean. Hay palabras
que abren posibilidades y palabras que las cierran, hay conversaciones creativas y otras destructivas, también hay declaraciones que
pueden cambiar el mundo. Nuestras palabras pueden crear confianza o desconfianza…
Aunque no seamos plenamente conscientes de ello, muchos seguimos con patrones de pensamiento y una visión del ser y del lenguaje de la época cartesiana. Por eso muchas veces creemos que existe una sola verdad frente a los acontecimientos, que las cosas son de determinadamanera y que cada ser humano es de una forma inmutable. Entonces resulta vital aprender nuevas habilidades y desaprender ciertas formas muy arraigadas, así como cuestionar lo aprendido, para renovar nuestra mirada sobre lo que ya sabemos.
Como asegura Alvin Toffler, «los analfabetos del futuro no serán los que no sepan leer y escribir, sino los que no sepan aprender, desaprender y reaprender».
Y a propósito del uso que hacemos de las palabras, cuenta la leyenda que un maestro zen recibió en su casa a un prestigioso profesor universitario que fue a su encuentro para aprender sobre el camino zen.Mientras conversaban, elmaestro le ofreció un té al visitante y comenzó a llenar su taza. En un aparente gesto de distracción, conversaba ymiraba al profesormientras vertía el líquido, de manera que, una vez que la taza estuvo colmada, siguió sirviéndole té hasta rebalsar la y empezar a volcarse el líquido por el plato, por la mesa… hasta derramarse en el piso. Aun así no se detuvo. El visitante lomiró confundido y le dijo: «Maestro, la taza está llena, ¡no cabe ni una gota más!» Elmaestro lomiró sonriente y le respondió: «Al igual que esta taza, usted está lleno de sus opiniones…¿Cómo podría yomostrarle algo sobre el camino zen si no tiene más lugar en su taza?»
La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha.
MONTAIGNE
LOS CINCO PRINCIPIOS PARA ACTIVAR EL PODER DE LAS PALABRAS
Usamos las palabras todos los días, demanera oral y escrita.Mantenemos conversaciones, escribimos correos electrónicos, negociamos,
debatimos, preguntamos, respondemos…Sin embargo,muchas veces hablamos sin ser plenamente conscientes del efecto que las palabras tienen en nosotros y en los otros. Don Miguel Ruiz,médico cirujano, heredero de la sabiduría tolteca, en su libro Los Cuatro Acuerdos transmite valiosas enseñanzas acerca del uso de la palabra. Sus sugerencias son que seamos impecables con nuestras palabras, que no hagamos suposiciones, que no tomemos nada demanera personal y que hagamos siempre lomáximo que podamos.
Aquí ofrecemos cinco principios para activar el poder de las palabras,
potenciando las conversaciones que tenemos en todos los contextos:
1. Crear confianza con palabras íntegras.
2. Dar y recibir opiniones con sabiduría.
3. Evitar las conclusiones apresuradas.
4. Entregar lo mejor de uno mismo, con alegría y flexibilidad.
5. Activar el poder del reconocimiento.
Crear confianza con palabras íntegras
La impecabilidad está relacionada con la integridad. Como ya señalamos, la integridad genera confianza. Se trata de que
nuestras palabras estén alineadas con nuestros pensamientos y con nuestras intenciones, y de decir sólo aquello en lo que de verdad creemos; de eliminar las mentiras, pues la mentira erosiona nuestra autoestima y la imagen que los demás se hacen de nosotros, y también nos quita energía mantener la verdad oculta o fingir, porque eso desgasta. Tomando conciencia de que nuestras palabras tienen poder y pueden generar inclusión o separación, la impecabilidad también implica dejar de lado las habladurías. A veces puede resultar un desafío apartarse de los rumores y de las palabras que provienen del paradigma del miedo…En este sentido, hay un relat o muy revelador, que solemos contar cuando encaramos este tema.
Un joven discípulo llegó a la casa de su maestro, un sabio filósofo, y le dijo:
—Vengo a decirte algo importante, que no puedo callar, pues un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia…
—¡Espera! —lo interrumpió el filósofo—. ¿Hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
—¿Las tres rejas? —preguntó el discípulo.
—Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres contarme es absolutamente cierto?
—No. Lo oí comentar a unos vecinos…
—Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
—No, en realidad no. Al contrario…
—La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber esto que tanto te inquieta?
—A decir verdad, no.
—Entonces—dijo el sabio con una sonrisa franca—, si no es verdad, ni es bueno, ni es necesario, sepultémoslo en el olvido.
Tomado de : grupo editorial planeta colombia.
miércoles, 20 de octubre de 2010
miércoles, 13 de octubre de 2010
Entrevista.
Si hay algo que he podido advertir a las mujeres es que los hombres resultan ser más curiosos de lo que parecen o pretenden ser. Los hombres quieren saber todo sobre las mujeres y supongo que esa urgencia responde a la desesperada necesidad de entendernos, aunque sea un poquito, una pizca, una nada. Yo con mucha humildad he intentado exponer distintos temas que ilustran las vicisitudes y garabatos del sexo femenino. Pero hay pequeñas cosas que se me han pasado o que por su ínfimo tamaño no han merecido un post entero, es por eso que se me ha ocurrido una idea que con suerte albergará esos detalles que a la hora de la hora resultan ser tremendos y gordos asuntos.
Pensé en hacer entrevistas. Entrevistas a mujeres en las que la única condición es la sinceridad y nada más que eso. Sería lindo poder entrevistar a gente famosa, la fama siempre vende, así que prometo intentar contactarme con alguna que otra estrella. Chicas, no piensen que me he olvidado de ustedes, también pienso entrevistar a hombres, porque al final este blog que empezó siendo para hombres terminó convirtiéndose en una sobremesa donde ambos sexos se encuentran y desencuentran. De todos podemos aprender.
Sería genial que ustedes me acerquen las preguntas que quisieran hacer, a mí se me ocurren algunas pero ustedes han demostrado a lo largo de todo este tiempo ser mucho más creativos y suspicaces que hoy.
Empecemos entonces con la primera entrevista. No ha sido fácil convencer a esta mujer para que responda a mis preguntas, pero luego de una larga charla logré que aceptara. Por supuesto que ella pidió mantener su nombre en el anonimato, pero el anonimato en este blog nunca ha sido bien recibido. Ella me pide que les diga a las mujeres que no se tomen nada a lo personal y a los hombres que no asuman que todo lo que dice coincide con los pensamientos de todas las mujeres. Muy bien, es hora de revelar su identidad, es más interesante leer la entrevista sabiendo de quién se trata. No es famosa pero todos ustedes la conocen y, aunque a nadie le importe de verdad lo que ella piense, a la dueña de este blog le importa y mucho. Resulta que la entrevistada soy yo.
1. Si hubieras podido elegir ¿hubieras elegido nacer hombre en vez de mujer?
Debo confesar que la vida del hombre me parece mucho más divertida. Envidio la libertad que tienen para hacer lo que les da la gana, cuando les da la gana, sin temor a ser señalados por la sociedad. Envidio también esa relación tan frívola que tienen con su cuerpo, creo que esa separación les permite disfrutar más del sexo. Me gusta mucho la relación que hay entre amigos hombres, me parece menos complicada que la de mujeres y bastante más auténtica. En el mundo laboral todavía se puede llegar más lejos si eres hombre y envidio mucho esa fuerza que tienen. La vulnerabilidad de las mujeres en algunos casos me desespera. Claro que los hombres nunca podrán pasar por la experiencia de ser madres, que es maravillosa, pero restando eso, yo hubiera elegido ser hombre.
2. ¿Con cuántos hombres te has acostado?
Con 2, con 20, con uno solo. Esa respuesta jamás la respondería en una entrevista pública, de hecho creo que esta pregunta tiene distintas respuestas, depende de quién pregunte. Si me lo pregunta mi novio le restaré la mitad más uno, ni hablar de mi viejo. Tal vez a las únicas a quienes podría decirles la verdad es a mis amigas, aunque no sé si esté dispuesta a confesar mi vida sexual, mejor que se quede conmigo. Nunca le creas a una mujer que te da un número, o en todo caso multiplícalo por el nerviosismo de sus manos.
3. ¿Qué es lo que más te fastidia de los hombres?
Que son bastante inútiles para las cosas más simples. Mientras más sencilla sea la tarea, más difícil se les hace. Y después dicen que las contradictorias somos nosotras.
4. ¿Cuánto tiempo sin tener sexo tiene que pasar para empezar a preocuparte por tu relación?
No creo que se pueda estipular un tiempo exacto, depende mucho de la pareja. Hay quienes dicen que mientras más sexo tengas, mejor relación tienes, yo no estoy del todo segura de esa teoría, aunque el hecho de tener sexo casi siempre responde a una buena etapa en la relación. Pero también creo que hay períodos en los que simplemente no hay deseo, o hay cansancio y no hay ganas de desvestirse, pero sin embargo hay mucho amor, y hay risas. Más bien yo empezaría a preocuparme cuando las risas son cada vez más espaciadas.
5. ¿Billetera mata galán?
Seguro, pero no para mí. Yo no podría estar con un viejo o un hombre sumamente desagradable así tenga todos los millones del mundo, yo necesito sentir pasión, sin pasión no me muevo. Pero por otro lado tengo que decir que tampoco podría estar con un hippie que no usa desodorante para ahorrarse unas monedas. Creo que un hombre que gana su propio dinero es un hombre que no espera que las cosas le caigan del cielo, sino él mismo alcanzar el cielo.
6. ¿El tamaño importa?
¿Existe alguna pregunta más absurda que esta? ¿Existe una pregunta que suponga una respuesta más obvia? “¿El tamaño importa?” Les digo algo, a veces es lo único que importa.
7. ¿Cómo te das cuenta cuando un hombre está a tus pies y puedes hacer lo que quieras con él?
Cuando no le importa pasar el ridículo frente a sus amigos. Cuando deja lo que más le importa con tal de pasar unos minutos más a tu lado. Cuando decide aprenderse un pasito de baile para que tú estés contenta. Cuando escribe tu nombre con letras gordas…y flacas también.
8. ¿Cuál es el arma mortal de las mujeres?
Att: YO.
martes, 12 de octubre de 2010
La poesia.
La poesía del amor que une al mundo
ojalá nos salve de tanta miseria humana vista por esta Tierra.
Ojalá nos lleve de verdad por el camino que todos cantamos, el camino del respeto por el otro.
por aquel que no es igual a uno y podamos
aceptarlo e incluirlo en nuestra mirada...
que de verdad exista la intención cierta
de saber amar y valorar, a quienes nos entregan la compañía en nuestras vidas...
¡Que el amor sea lo que guie nuestras vidas!!
y que tengamos la suficiente valentía
por luchar y defender lo que amamos!!
ojalá nos salve de tanta miseria humana vista por esta Tierra.
Ojalá nos lleve de verdad por el camino que todos cantamos, el camino del respeto por el otro.
por aquel que no es igual a uno y podamos
aceptarlo e incluirlo en nuestra mirada...
que de verdad exista la intención cierta
de saber amar y valorar, a quienes nos entregan la compañía en nuestras vidas...
¡Que el amor sea lo que guie nuestras vidas!!
y que tengamos la suficiente valentía
por luchar y defender lo que amamos!!
lunes, 4 de octubre de 2010
Al señor de la corbata.
Míreme,
soy el mendigo que tira de su chaqueta mientras transita distraído
soy el hambriento que mira como almuerza detrás de un ventanal,
soy el herido que recolecta colillas al caer de cada noche,
soy aquel tipo, cesante ilustrado, del que no les conviene hablar.
repare en mí,
soy quien camino las mismas aceras que usted ha recorrido,
soy quien termino la diaria oración sin decir el amén,
soy el poeta que narra pasiones que ha construido,
soy el profeta que crea finales, olvida mitades e ignora principios...
y aunque no lo crea, sí soy importante,
por mí llueve en agosto y en septiembre florecen los aromos,
por mí mengua la luna, maúllan los gatos y llora el amante,
por mí cantan los grillos, reposan las cigarras y se enfurece el mar.
usted señor, que me mira de reojo, disimulando un gesto de asco;
que se aleja poco a poco, quizás por miedo a que lo asalte,
que me ve mal afeitado, triste, cabizbajo y por eso me condena
usted, que le habla a gritos al celular y luce orgulloso esa corbata de seda,
que camina acelerado, más preocupado del reloj que del paisaje,
debería saber que no lo desprecio, aunque sí le tengo pena...
no se ría, si es en serio lo que digo,
compadezco a los hombres que no han visto a la golondrina hacer un nido,
me dan pena las gentes que no tienen tiempo para conocer nuevos amigos,
y todos los seres que nunca han sentido a la Mistral, recitándole al oído.
sí, está bien, lo reconozco...
soy un paria, un soñador, medio ladrón y mentiroso,
que en lugar de sus deudas recuerda versos de Huidobro,
soy un artista, un perdedor, un cenobita y un vicioso,
que sólo aprecia la vida si logra escribir un verso tras otro.
soy misántropo, qué le hago, ya no puedo remediarlo,
anacoreta hasta los huesos, un inmoral de carne y verso,
y donde me ve, señor de la corbata, yo también tuve mis sueños
que a diferencia de los suyos no se reducían a monedas,
soñaba con un público que aplaudiera mis poemas,
un poco de pan fresco en la mesa, mucho tiempo para escribir,
unos labios que besar y una casa en las afueras...
bueno, si usted lo dice, soy un perdedor;
su sabiduría, seguramente, venía de regalo con el traje,
pero aquí, donde me ve, sé muchas más cosas que usted;
podrá citarle a Kafka, a Camus o a Capote,
seguro no los conoce, no juegan a la pelota.
claro que no es muy sabio pensar que los ganadores
son aquellos que pueden, una vez al mes, pagar la renta.
un triunfador es ése que nunca se da por vencido,
los ganadores son quienes son felices con lo que tienen.
yo podría decir que soy uno de esos,
y a pesar que la tristeza se ha venido a vivir a mis versos;
me contento día a día con muy poquitas cosas;
el sonido de mis pasos en una calle secundaria, el aire frío de madrugada,
el abrazo de un amigo en las tardes solitarias,
una botella de vino en las noches sin esperanza.
cuando no tengo en qué creer, me basta el beso de mis padres,
si no tengo a qué escribir, exalto musas que encuentro en bares
y aunque todas esas noches lloro, me contento por las mañanas,
y si veo morir un sueño, con sus cenizas construyo otro...
me alcanza para poder reír tan solo un lápiz y un papel,
y para ser feliz, tengo miles de cosas a las que escribir.
he escrito versos que exaltaban los cuerpos que he besado,
he escrito cuentos que enjugaban todo el llanto derramado,
le escribí al amor marchito, a los verdes que he perdido
a mis padres que están lejos, a los inviernos que se han ido
yo le he cantado a la amistad al ver morir a mis amigos,
al dolor, la soledad, la podredumbre y el hastío,
le he cantado a la esperanza, pongo a la luna de testigo,
y para comprar pan no me alcanza ni el más sentido verso mío.
por eso hoy, señor de la corbata,
recojo colillas, tiro de su chaqueta, reviso basureros,
porque yo, aunque no me lo crea, a veces también tengo hambre
(hambre de pan, hambre de Dios, hambre de vino)
y tengo sed y ganas de fumar y un afán por realizarme...
y ahora señor, me vendo,
cambio un trozo de pan por unos versos,
el perfume del mar por el fruto del cerezo,
cambio el fuego del hogar, por un hogar sin fuego,
y el milagro de amar por alguien con quien hacerlo.
Así que no me mire con esa cara de idiota,
y reconozca una cosa, señor de la corbata...
después de eso puede seguir mirándome por sobre el hombro
o continuar ignorándome cuando por la calle nos cruzamos...
Reconozca que yo tengo el tiempo para vivir y sentirlo todo,
que en mis versos viven mis amores perdidos, mis amigos muertos,
que con la magia de las palabras incluso he vencido a la distancia
que no me derrota el miedo y no necesito dormir para tener sueños.
Deje que le diga, eso sí, una cosa antes de irme,
pues de la misma forma en que usted desprecia mi forma de vivir,
yo desprecio sus valores, su amor por el dinero, su sed por competir.
y siento tanta pena verlo hincarse de rodillas ante un traje más costoso,
pues eso que usted llama futuro, a mí me trae sin cuidado,
y aquello que usted llama trabajo, yo le digo esclavitud.
Así que reconozca, señor de la corbata,
que si la vida lo ha tratado bien, a mí me dio talento y me trató mejor
y, que aunque todo lo que poseo, cabe de sobra en una pequeña pieza,
usted es, en lo que importa realmente, mucho más pobre que yo.
soy el mendigo que tira de su chaqueta mientras transita distraído
soy el hambriento que mira como almuerza detrás de un ventanal,
soy el herido que recolecta colillas al caer de cada noche,
soy aquel tipo, cesante ilustrado, del que no les conviene hablar.
repare en mí,
soy quien camino las mismas aceras que usted ha recorrido,
soy quien termino la diaria oración sin decir el amén,
soy el poeta que narra pasiones que ha construido,
soy el profeta que crea finales, olvida mitades e ignora principios...
y aunque no lo crea, sí soy importante,
por mí llueve en agosto y en septiembre florecen los aromos,
por mí mengua la luna, maúllan los gatos y llora el amante,
por mí cantan los grillos, reposan las cigarras y se enfurece el mar.
usted señor, que me mira de reojo, disimulando un gesto de asco;
que se aleja poco a poco, quizás por miedo a que lo asalte,
que me ve mal afeitado, triste, cabizbajo y por eso me condena
usted, que le habla a gritos al celular y luce orgulloso esa corbata de seda,
que camina acelerado, más preocupado del reloj que del paisaje,
debería saber que no lo desprecio, aunque sí le tengo pena...
no se ría, si es en serio lo que digo,
compadezco a los hombres que no han visto a la golondrina hacer un nido,
me dan pena las gentes que no tienen tiempo para conocer nuevos amigos,
y todos los seres que nunca han sentido a la Mistral, recitándole al oído.
sí, está bien, lo reconozco...
soy un paria, un soñador, medio ladrón y mentiroso,
que en lugar de sus deudas recuerda versos de Huidobro,
soy un artista, un perdedor, un cenobita y un vicioso,
que sólo aprecia la vida si logra escribir un verso tras otro.
soy misántropo, qué le hago, ya no puedo remediarlo,
anacoreta hasta los huesos, un inmoral de carne y verso,
y donde me ve, señor de la corbata, yo también tuve mis sueños
que a diferencia de los suyos no se reducían a monedas,
soñaba con un público que aplaudiera mis poemas,
un poco de pan fresco en la mesa, mucho tiempo para escribir,
unos labios que besar y una casa en las afueras...
bueno, si usted lo dice, soy un perdedor;
su sabiduría, seguramente, venía de regalo con el traje,
pero aquí, donde me ve, sé muchas más cosas que usted;
podrá citarle a Kafka, a Camus o a Capote,
seguro no los conoce, no juegan a la pelota.
claro que no es muy sabio pensar que los ganadores
son aquellos que pueden, una vez al mes, pagar la renta.
un triunfador es ése que nunca se da por vencido,
los ganadores son quienes son felices con lo que tienen.
yo podría decir que soy uno de esos,
y a pesar que la tristeza se ha venido a vivir a mis versos;
me contento día a día con muy poquitas cosas;
el sonido de mis pasos en una calle secundaria, el aire frío de madrugada,
el abrazo de un amigo en las tardes solitarias,
una botella de vino en las noches sin esperanza.
cuando no tengo en qué creer, me basta el beso de mis padres,
si no tengo a qué escribir, exalto musas que encuentro en bares
y aunque todas esas noches lloro, me contento por las mañanas,
y si veo morir un sueño, con sus cenizas construyo otro...
me alcanza para poder reír tan solo un lápiz y un papel,
y para ser feliz, tengo miles de cosas a las que escribir.
he escrito versos que exaltaban los cuerpos que he besado,
he escrito cuentos que enjugaban todo el llanto derramado,
le escribí al amor marchito, a los verdes que he perdido
a mis padres que están lejos, a los inviernos que se han ido
yo le he cantado a la amistad al ver morir a mis amigos,
al dolor, la soledad, la podredumbre y el hastío,
le he cantado a la esperanza, pongo a la luna de testigo,
y para comprar pan no me alcanza ni el más sentido verso mío.
por eso hoy, señor de la corbata,
recojo colillas, tiro de su chaqueta, reviso basureros,
porque yo, aunque no me lo crea, a veces también tengo hambre
(hambre de pan, hambre de Dios, hambre de vino)
y tengo sed y ganas de fumar y un afán por realizarme...
y ahora señor, me vendo,
cambio un trozo de pan por unos versos,
el perfume del mar por el fruto del cerezo,
cambio el fuego del hogar, por un hogar sin fuego,
y el milagro de amar por alguien con quien hacerlo.
Así que no me mire con esa cara de idiota,
y reconozca una cosa, señor de la corbata...
después de eso puede seguir mirándome por sobre el hombro
o continuar ignorándome cuando por la calle nos cruzamos...
Reconozca que yo tengo el tiempo para vivir y sentirlo todo,
que en mis versos viven mis amores perdidos, mis amigos muertos,
que con la magia de las palabras incluso he vencido a la distancia
que no me derrota el miedo y no necesito dormir para tener sueños.
Deje que le diga, eso sí, una cosa antes de irme,
pues de la misma forma en que usted desprecia mi forma de vivir,
yo desprecio sus valores, su amor por el dinero, su sed por competir.
y siento tanta pena verlo hincarse de rodillas ante un traje más costoso,
pues eso que usted llama futuro, a mí me trae sin cuidado,
y aquello que usted llama trabajo, yo le digo esclavitud.
Así que reconozca, señor de la corbata,
que si la vida lo ha tratado bien, a mí me dio talento y me trató mejor
y, que aunque todo lo que poseo, cabe de sobra en una pequeña pieza,
usted es, en lo que importa realmente, mucho más pobre que yo.
autor:Gonzalo Osses Vilches
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