miércoles, 20 de octubre de 2010

La palabra tiene poder.

El lenguaje crea realidades. A través de lo que decimos y de cómo lo decimos; por aquello que callamos, por lo que opinamos y por las intenciones que subyacen a nuestras palabras, podemos crear una realidad para nosotros y para quienes nos rodean. Hay palabras
que abren posibilidades y palabras que las cierran, hay conversaciones  creativas y otras destructivas, también hay declaraciones que
pueden cambiar el mundo. Nuestras palabras pueden crear confianza o desconfianza…

Aunque no seamos plenamente conscientes de ello, muchos seguimos con patrones de pensamiento y una visión del ser y del lenguaje de la época cartesiana. Por eso muchas veces creemos que existe una sola verdad frente a los acontecimientos, que las cosas son de determinadamanera y que cada ser humano es de una forma inmutable. Entonces resulta vital aprender nuevas habilidades y desaprender ciertas formas muy arraigadas, así como cuestionar lo aprendido, para renovar nuestra mirada sobre lo que ya sabemos.
Como asegura Alvin Toffler, «los analfabetos del futuro no serán los que no sepan leer y escribir, sino los que no sepan aprender, desaprender y reaprender».
Y a propósito del uso que hacemos de las palabras, cuenta la leyenda que un maestro zen recibió en su casa a un prestigioso profesor universitario que fue a su encuentro para aprender sobre el camino zen.Mientras conversaban, elmaestro le ofreció un té al visitante y comenzó a llenar su taza. En un aparente gesto de distracción, conversaba ymiraba al profesormientras vertía el líquido, de manera que, una vez que la taza estuvo colmada, siguió sirviéndole té hasta rebalsar la y empezar a volcarse el líquido por el plato, por la mesa… hasta derramarse en el piso. Aun así no se detuvo. El visitante lomiró confundido y le dijo: «Maestro, la taza está llena, ¡no cabe ni una gota más!» Elmaestro lomiró sonriente y le respondió: «Al igual que esta taza, usted está lleno de sus opiniones…¿Cómo podría yomostrarle algo sobre el camino zen si no tiene más lugar en su taza?»

La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha.
MONTAIGNE

LOS CINCO PRINCIPIOS PARA ACTIVAR EL PODER DE LAS PALABRAS

Usamos las palabras todos los días, demanera oral y escrita.Mantenemos conversaciones, escribimos correos electrónicos, negociamos,
debatimos, preguntamos, respondemos…Sin embargo,muchas veces hablamos sin ser plenamente conscientes del efecto que las palabras tienen en nosotros y en los otros. Don Miguel Ruiz,médico cirujano, heredero de la sabiduría tolteca, en su libro Los Cuatro Acuerdos transmite valiosas enseñanzas acerca del uso de la palabra. Sus sugerencias son que seamos impecables con nuestras palabras, que no hagamos suposiciones, que no tomemos nada demanera personal y que hagamos siempre lomáximo que podamos.
Aquí ofrecemos cinco principios para activar el poder de las palabras,
potenciando las conversaciones que tenemos en todos los contextos:

1. Crear confianza con palabras íntegras.
2. Dar y recibir opiniones con sabiduría.
3. Evitar las conclusiones apresuradas.
4. Entregar lo mejor de uno mismo, con alegría y flexibilidad.
5. Activar el poder del reconocimiento.

Crear confianza con palabras íntegras

La impecabilidad está relacionada con la integridad. Como ya señalamos, la integridad genera confianza. Se trata de que
nuestras palabras estén alineadas con nuestros pensamientos y con nuestras intenciones, y de decir sólo aquello en lo que de verdad creemos; de eliminar las mentiras, pues la mentira erosiona nuestra autoestima y la imagen que los demás se hacen de nosotros, y también nos quita energía mantener la verdad oculta o fingir, porque eso desgasta. Tomando conciencia de que nuestras palabras tienen poder y pueden generar inclusión o separación, la impecabilidad también implica dejar de lado las habladurías. A veces puede resultar un desafío apartarse de los rumores y de las palabras que provienen del paradigma del miedo…En este sentido, hay un relat o muy revelador, que solemos contar cuando encaramos este tema.
Un joven discípulo llegó a la casa de su maestro, un sabio filósofo, y le dijo:
—Vengo a decirte algo importante, que no puedo callar, pues un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia…
—¡Espera! —lo interrumpió el filósofo—. ¿Hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
—¿Las tres rejas? —preguntó el discípulo.
—Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres contarme es absolutamente cierto?
—No. Lo oí comentar a unos vecinos…
—Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
—No, en realidad no. Al contrario…
—La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber esto que tanto te inquieta?
—A decir verdad, no.
—Entonces—dijo el sabio con una sonrisa franca—, si no es verdad, ni es bueno, ni es necesario, sepultémoslo en el olvido.

Tomado de : grupo editorial planeta colombia.

1 comentario:

  1. ESTE TEXTO ES DEL LIBRO "CONFIANZA TOTAL" DE LAS AUTORAS VERÓNICA DE ANDRÉS Y FLORENCIA ANDRÉS.

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