Tu pelo me encanta en su negra cascada
suelto y oloroso a limpio, brillante.
O recogido sin elegancia a mitad de la mañana.
Tus cejas pueden simular una línea delgada
o un tupido arco de vello.
En tus ojos me pierdo,
hay en ocasiones una coquetería infantil, pícara,
que invita a remezones intensos.
Nunca quiero tu mirada salpicada de tristeza o duda,
ni la confusión alimentada con insomnio.
También en tus ojos salta la inocencia
de saber poco de la vida.
En tus labios delgados y blandos,
en forma de M despaturrada,
hallo el sabor de un fruto crudo.
Boca de sonrisas saltarinas,
dientes grandes que sueltan risas inatajables.
Puedo rodear tu cuello con mi nariz
y guardar tu tibio olor a perfume.
Tus hombros, el tobogán de tus clavículas,
tus brazos, los huesos firmes de tu pecho,
son el anuncio de tus senos exquisitos,
pardos, juguetes de mis besos y mis manos,
paisaje que vuelve en mi duermevela
para acompañarme a entrar de lleno al sueño.
Tu barriguita, preámbulo de tu humedad mayor,
vellos, poros exaltados, piel bronceada,
pálpitos bruscos, calor en creciente,
descenso que me lleva donde quiero entrar.
Anudado por tus piernas
puedo entender la fuerza con que me amas.
Tus nalgas no podrían ser embeleso mejor,
tus caderas anchas, danzarinas,
me han enseñado a ser un hombre sin historia,
un niño que palpa una golosina inagotable.
En tu abrazo sencillo y sostenido
encuentro el amanecer
que patrocina la luz de los nuevos días.
anuar bolaños.
24/10/2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario